martes, 15 de julio de 2008

La santa integración

Integración se ha convertido en un concepto de índole digamos maravillosa, ya que nunca como hoy esta palabra suscitó tanto entusiasmo sobre todo en aquellas personas que quieren llevar a cabo algún tipo de proyecto innovador. Si por casualidad a alguien se le ocurre opinar en contra o simplemente advierte algún inconveniente en la integración no es de extrañar que rápidamente sea tildada de reaccionaria por aquellas personas que se definen como de izquierdas desde mucho antes casi de haber nacido.

En nombre de la integración la mayoría de inmigrantes con una escaso o nulo conocimiento de la lengua son introducidos en clases ordinarias para que se integren y convivan con los alumnos del país (al mismo tiempo que tienen unas horas para el aprendizaje de la lengua). Normalmente lo que ocurre es que la gran mayoría de este alumnado no llega nunca a seguir los contenidos impartidos en clase, aunque si que es posible que hagan amigos y convivan divinamente. Por ello, pienso que si se desea de verdad que estos alumnos tengan las mismas oportunidades que el resto es necesario que antes de ingresar en un centro ordinario, sobre todo en Secundaria, pasen por un centro en el que se les enseñe exclusivamente la lengua del país.

También en nombre de la no segregación hay todavía profesores que se oponen a la creación de grupos de nivel, ya que uno de los dogmas de fe de nuestro sistema de enseñanza es la convivencia de todo el alumnado aunque haya alumnos que impidan el normal aprendizaje del resto de sus compañeros o haya parte del alumnado que por distintas razones no puedan seguir los contenidos del curso. Sinceramente creo que la integración resulta francamente barata para el poder . Además es de una hipocresía inaguantable esa obsesión que existe en nuestra sociedad por la falsa igualdad, ya que en la mayoría de ocasiones gran parte de las personas con poder de decisión dentro del campo de la Enseñanza tienen a sus hijos en colegios, institutos o universidades privadas que claramente no apuestan por la integración, sino por el club privado, por una formación exquisita para unos pocos.

La verdad es que es bastante cansado el estar todo el día oyendo hablar de integración que consiste en la mayoría de ocasiones en compartir un mismo espacio pero nada más, de escuelas que entretengan, de televisiones que eduquen y formen, de docentes laicos que no entienden que haya alumnos que se nieguen a participar en pintorescas fiestas de Navidad...

Ana Ozores

domingo, 6 de julio de 2008

Adecuarse al contexto

Cada vez resulta más difícil la adecuación al contexto porque se ha puesto de moda quizá lo contrario. Hoy en día hay muchos programas televisivos que se han dedicado a hablar con el discurso propio de un garrulo, de modo irónico, claro está, pero las personas poca cultivadas no advierten la ironía sino que interpretan el hecho como" por fin está de moda ser como yo". Es esto lo que ha llevado a que infinidad de seres humanos no adecúen su discurso al contexto. Asi estamos hartos de comprobar como en programas tipo "Gran hermano", se expresa el gusto o el disgusto ante determinado hecho con estas dos frases tan poco elegantes y tan carentes de matices: si algo agrada, se dirá es de "puta madre" y, si algo desagrada, "me da por culo, tío".

Con este panorama cuando los profesores de Lengua tocamos el tema en clase el alumnado nos observa como diciendo tú ya puedes cantar misa que yo seguiré actuando según los modelos que la televisón y la calle me ofrecen, que es el discurso que está de moda y que además es mucho más fácil de llevar a la práctica. De cierta forma eso explica como periodistas muy jóvenes al realizar alguna entrevista improvisada utilicen una expresión lamentable o se dirijan a una anciana como la Duquesa de Alba con unos modos como si ésta tuviera quince años y fuera su vecina del quinto. Sin embargo, la chabacanería no está sólo en el ámbito de los medios de comunicación, sino también en ocasiones podemos encontrarla en el ámbito de la Educación, ya que ciertos profesores para congraciarse con sus alumnos hacen uso de esta forma de expresión, y claro así van las cosas confundiédose el culo con las témporas.

Sin embargo el gusto por lo vulgar no se circunscribe únicamente al lenguaje, otro campo donde en aras de la comodidad se ha desterrado el buen gusto es en el modo de vestir. Muy a menudo al llegar el verano, salvo que la empresa lo impida, el personal empieza a llegar a su lugar de trabajo como si fuera a la playa, y se empiezan a ver tipos que en invierno van de modo correcto enseñando las piernas, ya que es necesario llevar pantalón corto. Quizá los únicos que hayan adoptado un uniforme de trabajo sean los animadores culturales, pues llevo años sin ver a ninguno que no lleve pelos de medusa (rastas) y pantalones de labriego árabe. A lo mejor es que para ser alternativo haya que parecerlo...

Creo que el buen gusto y la elegancia van desapareciendo poco a poco y todo se vulgariza hasta los viajes, ya que ahora puedes visitar lugares que hace 50 años estaban al alcance de muy pocos, pero en unas condiciones pésimas, sin degustar el lugar sólo pegándote un atracón en pocos días lo que acaba llevándote a echar de menos tu salita de estar y tu televisión...

Ana Ozores