domingo, 12 de abril de 2009

Mi reino no es de este mundo

Parece que las personas maduras no tengamos cabida en este mundo, creado principalmente para no pensar, lo único que se debe hacer es actuar. Levantarte, encender el ordenador, abrir tu correo, contestar, escribir mensajes, conectarte de nuevo al messenger, y si no hay nadie dispuesto a mantener una comunicación contigo, abrir uno de tus juegos y "viciarte". Eso sí, mientras juegas vas haciendo alguna tarea pendiente. Con todo esto consigues no estar centrado totalmente en nada de lo que haces, y, sobre todo, no reflexionar sobre nada de lo que haces: ir haciendo camino, sin pararte a pensar adónde te lleva ese camino.
Pero, claro, los que nos hemos formado en un mundo "pre-ordenador" no estamos preparados para ese ritmo fundamentalmente "actuante" y echamos de menos la sensación de dejar vagabundear la mente sin hacer absolutamente nada. En realidad creo que la percepción que se tiene de aquellos de nosotros que no nos da la gana de estar siempre a la última en tecnología punta es que somo seres de otra era, vestigios de un pasado imperfecto. Pero la verdad es que estamos vivos y todavía nos queda mucho que hacer, además la experiencia todavía sigue siendo una de las mejores armas para enfrentarse a la vida.
En realidad sólo se nos considera en lo relativo a nuestra capacidad de adquirir bienes materiales, quizá sea por eso que nunca como ahora la publicidad ha estado tan pendiente de intentar vendernos "la eterna juventud" en forma de cremas "antiedad, de operaciones en clínicas oftalmológicas que consiguen que a los cuarenta y tantos tengas vista de lince, de planes de pensiones para alcanzar una segunda juventud tras la jubilación, etc.