domingo, 13 de junio de 2010

MAR TURQUESA VIII

¡Vaya casa que tenía el señor profesor! Inmaculada estaba empezando a pensar que el profesorado llevaba un tren de vida muy superior al del resto de los mortales... Como era temprano para cenar,Tarradelles pidió a la asistenta que les sirviera una merienda junto a la piscina. Tenía hambre, pues no había comido apenas nada casi en todo el día. Ahora se sentía extraña ya que no sabía muy bien qué iba a hacer, además de que estaba en la casa de alguien que no conocía de nada, pero que le había ayudado en un momento muy complicado. Decidió no pensar demasiado en lo extraño de la situación y ponerse en contacto con el comisario para explicarle todos esos confusos hechos que le habían ocurrido.
El comisario le había aconsejado que esa noche se quedara allí y por la mañana ya se pondria en contacto con ella para buscarle un lugar donde vivir que no conociera nadie.

Después de haberse duchado, fue al comedor y se sentó en el sofá junto a Jaume Tarradelles que estaba leyendo una gruesa novela.
- Ah, Inspectora, ¿se siente ya mejor?. Cuando quiera pediré que nos sirvan la cena.
- La verdad es que no tengo apetito, pues comí demasiado a la hora de la merienda.
- Bueno, está bien yo tampoco tengo hambre todavía. ¿Desea beber algo?
- Pues, sí, si no es molestia me apetece una copa de crema de whisqui con mucho hielo.
- Enseguida se la sirvo.
El señor Tarradelles le sirvió la copa a la Inspectora Roig y él bebió un cubalibre.

Se sentía bien en aquella agradable estancia, con esa luz baja y tras haber bebido ya dos copas. Jaume le parecía un hombre atractivo a su manera además de valiente, pues pocas personas se habrían metido en un lío semejante por alguien que acababa de conocer. Le dio las gracias y éste le contestó que no tenía importancia, que gracias a eso tenía esta noche una muy agradable compañía.
-¿Tienes idea, Inmaculada, de quién era el hombre que te llevó a aquella cueva?- preguntó Tarradelles.
- No, no lo había visto en mi vida. Éste parecía ser un caso sencillo. pero es más complejo de lo que nosotros habíamos previsto. Esta investigación molesta a alguien importante que no tiene ningún reparo en atacar a una inspectora de policía.
- ¿Tienes familia? - dijo Jaume.
- Sí, un marido y una hija de doce años que están ahora pasando las vacaciones en Cangas de Onís. Yo debería haber ido con ellos, pero un día antes de irnos apareció el cadáver de Marta Broto en la mansión Gelices... - añadió Inmaculada en un tono algo irónico.
- Yo soy soltero y éste empezaba a ser un verano tedioso hasta que apareciste esta mañana en mi despacho y mi vida empezó a adquirir tintes de serie de televisión. No siempre rompe la rutina una atractiva inspectora de policía que acaba pasando la noche en mi casa. Pero...Inmaculada, quiero ser sincero contigo y por eso tengo que decirte que las Navidades pasadas mantuve una relación con Marta. No fue nada importante, simplemente después de la cena de Navidad traje a Marta a esta casa. Esa fue la única vez. Después al iniciarse el trimestre Marta y yo continuamos manteniendo la relación típica de compañeros de trabajo y nunca más hicimos alusión a lo pasado aquella noche.
- ¿Es habitual eso entre profesores?- dijo Marta.
- Pues, no lo sé... Hombre, esto no es Estados Unidos y entre dos personas adultas y libres... -no acabó la frase Tarradelles.
- En fin, creo que lo entiendo - añadió Inmaculada.