Se mire por donde se mire mi nuevo lugar de trabajo es mejor que el anterior, desde instalaciones, situación social de la mayoría del alumnado, ubicación y proximidad a mi hogar. Bien pues a pesar de eso desde que ha empezado septiembre me embarga una sensación de añoranza que me acompaña a todas las horas del día, todavía al hablar o pensar en mi centro pienso en el que he dejado y me siento como un mero espectador del que es ya mi nuevo destino. Quizá todo proceso de cambio necesite tiempo...
No sé por qué mi mente tiene una imagen fija: el enorme patio con sus árboles que van cambiando de color a medida que avanza el curso: del esplendor ya desvaído de septiembre, al amarillento del otoño, la caída de la hoja en invierno y la aparición de las ardillas saltarinas y otra vez, un poco antes de Sant Jordi, el despertar de la primavera con esa naturaleza que anuncia ya el descanso estival; y. sobre todo, el corrillo de fumadores a la puerta del instituto hablando de todo y de nada y compartiendo esa camaradería de los que están unidos por una afición muy mal considerada socialmente en este momento.
Por otra parte, cómo se puede olvidar a ese Jony del primer año con su visión tan particular del desnudo, a las trillizas luchando por su individualidad pero combatiendo las injusticias como los tres mosqueteros, al Cuco , al Avilés y su afición por destrozar extintores, al Owen , al Palomo, a los niños y niñas del 1º de ESO de hace ya seis años a algunos de los cuales volví a tenerlos en Bachillerato; a esos chicos y chicas con un empuje y una inteligencia tal que les ha permitido, pese a todo, triunfar en la Universidad, y, a ese tercero de ESO del último curso que alcanzará grandes logros, a José Francisco Pareja con su fina sensibilidad literaria, a ese tímido a la vez que desvergonzado Claramón, a las camisetas del Padi... Cómo no recordar también con una irónica sonrisa "La Tapa oliventina" con su enorme fresco con la dehesa de Extremadura, donde cerdos y bellotas tienen casi el mismo tamaño, con su pequeña estantería para los pájaros cantores, con sus parroquianos escasamente esbeltos y gritones, con la mama, el papa y el nene. Y, por último, cómo olvidar a tantos compañeros con los que he compartido risas y problemas, "aplicatius", "competències bàsiques" y frío, mucho frío.
Pero la vida es eso: ir pasando etapas hasta llegar a la tan poco esperada y deseada meta.
Ana Ozores
domingo, 6 de septiembre de 2009
CAMBIO DE DESTINO
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