domingo, 29 de marzo de 2009

frasecillas

Mi estado de ánimo me lleva hoy a citar unas frasecillas, que se comentan ellas mismas.

***la palabra mueve, el ejemplo arrastra****

***No te metas en dibu
ni en saber vidas aje
que en lo que no te va ni vie
pasar de largo es cordu*****

Las ovejas y el pastor

Resulta curioso ver un rebaño de ovejas por el campo, dispersas.......,de repente un silbido, un ladrido de perro y.....todas las ovejas juntitas, sin quejarse.
Quizás eso es lo que pasa con la publicidad. Las empresas son los pastores, el perro la publicidad y los consumidores las ovejillas sumisas.
Las empresa se deben valer de silbidillos, es lícito. Esos silbidillos deben estar regulados, es evidente.
Las ovejas, en este caso los consumidores, no están obligados a seguir el silbido. Aquí está el problema. Los consumidores deberían tener personalidad propia ( me compro una marca porque me gusta y puedo, no porque me da prestigio, o porque así me aceptarán mejor, o porque....)
La publicidad tiene tanto poder porque el consumidor así lo ha decidido, en parte.
Vivir para los demás es, muchas veces, falta de personalidad, de opinión propia, de falta de confianza, de....
La publicidad distorsiona, pero ella sola no.

La publicidad encubierta en la literatura

En todas las series de televisión está presente lo que se conoce como publicidad encubierta: la leche y los cereales que toman los personajes durante el desayuno, la ropa con la que se visten, el coche que conducen...y un largo etcétera. Lo que -como mínimo a mí - sorprende mucho más es que este tipo de publicidad empiece a estar presente en los grandes éxitos literarios del momento. Digo esto porque durante este fin de semana lluvioso he estado leyendo "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina", del autor sueco Stieg Larsson, y he podido constatar como en un capítulo hay más de media página de productos IKEA , también en la primera parte de la obra aparece varias veces uno de los personajes principales comprando en H& M. La verdad es que me ha sorprendido porque no me queda claro si la publicidad estaba desde el principio en la novela o se ha añadido tras el enorme éxito obtenido, como forma de aumentar las ganancias que genera la novela.

En principio la presencia de marcas publicitarias puede ser algo totalmente inocente, pero sin embargo tiene algo de perverso por el poder unificador que tiene la publicidad en la sociedad y el sinfín de mensajes subliminares que pretende transmitir con el fin de vender más productos. Parece como si ahora lo personajes no se definieran por lo que piensan y sienten, sino por lo que compran y por la empresa a la que se lo compran, con lo que se crean unos cuatro o cinco arquetipos de perfil de comprador y se hace encajar a los distintos personajes en ellos. Pero, claro, como la vida imita a la literatura, puede que llegue el momento en que la sociedad reduzca su complejidad humana a cuatro o cinco arquetipos... Me parece peligrosa la creación literaria que persigue un fin práctico y más si ese fin es vender productos de determinadas marcas comerciales.