miércoles, 7 de abril de 2010

MAR TURQUESA VI

El director me hizo pasar a su impersonal despacho. Con una media sonrisa me preguntó que cuál era el motivo de mi visita.
- Bien, como ya sabrá una de las profesoras de este centro apareció muerta y desfigurada la semana pasada. Podría decirme qué tipo de persona era Marta Broto
- Llevaba cinco años trabajando en este centro. Era una persona amable e incluso cordial, pero poco dada a hablar de su vida privada. Como profesional se podría calificar de responsable. Los alumnos la apreciaban bastante - dijo el señor Tarradelles.
- ¿Cuándo fue la última vez que la vio?
- Exactamente el día 30 de junio, último día lectivo del curso.
-¡Qué curioso ese fue el día en que la asesinaron!
- Sí. Nos dijo que se iba a ir de vacaciones a Papua Nueva Guinea, creo que iba a viajar junto a otra persona. Nos sorprendió porque pasar mes y medio de vacaciones no es lo habitual, aunque el coche que tenía, su ropa y sus costosos viajes hacían pensar que pertenecía a una familia adinerada, o que compartía su vida con alguien bien situado.
-¿Podría visitar su departamento?- añadió la inspectora.
- Sí, ahora le diré al conserje que la acompañe.
- Gracias, señor Tarradelles. Cuando acabe me gustaría que me apuntara con qué personas del centro tenía más relación la señorita Broto.

Acompañada por el conserje subió al Departament de Llengües, que estaba en el segundo piso. Era una habitación muy pequeña y atestada de libros. El conserje me indicó el lugar en el que Marta colocaba sus cosas y se fue.
Empecé a mirar, sólo encontraba exámenes pasados, libretas de notas, fotos de alumnos y casi como esconsida una libreta azul muy pequeña. La abrí. Había apuntados algunos teléfonos. Pensé que era muy extraño que en el tiempo de la telefonía móvil todavía hubiera alguien que apuntara los teléfonos a mano, pero claro sabía tan poco de la joven profesora... De golpe, algo llamó su atención allí estaba apuntado el nombre y el teléfono de Javier Gelices. Aquello sí que era interesante ya que recordaba como el poderoso señor Gelices le había dicho que él no se relacionaba con gente tan joven. Aunque después vio que en realidad Marta traducía al Catalán la publicidad de "Catering Gelices". Pero entonces por qué no lo dijo - pensó Inmaculada Roig.
También al fondo del armarito había más publicidad, esta vez de "Mercadona", en su gama de cosmética "Deliplus". Así que Marta se sacaba un sobresueldo haciendo trabajos de traducción y de publicidad.

Se despidió del señor Tarradelles y se llevó la información que éste le había preparado. Cuando salió a la calle, miró su relog y vio que eran más de las tres de la tarde. Hacía un calor sofocante por lo que no había nadie en los alrededores del IES Barça. Al ir arrancar s el coche, notó que alguien le tapaba la boca al tiempo que le ponia una pistola en el cuello.
Una voz de hombre escasamente cultivado, es decir, la versión masculina de una choni le dijo:
- ¡No te muevas, mardita puta! Si te mueves te volaré la sesera. Sigue condusiendo.
A la inspectora Roig le iba el corazón a mil por hora. Pues estaba casi segura que lo que iba a hacer el chorizo ése era deshacerse de ella. Lo peeor era que nadie de la comisaría sabía el lugar adonde había ido. Como se arrepentía en esos momentos de ser tan independiente, y, sobre todo se maldecía por haber aceptado la investigación de ese caso estando como estaba a punto de irse de vacaciones

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Has cometido faltas a drede?