lunes, 4 de agosto de 2008

Los días azules del verano

Si nos paramos a reflexionar entre el verano soñado y el verano real hay un gran trecho Digamos que el verano como idea viene a ser algo parecido a la felicidad, que sabemos que existe pero que es tan fugaz como esos días azules radiantes y perfectos del verano rememorado desde el gris otoño o el triste y agotador invierno.

Es curiso pero cuando uno añora el verano en su mente sólo aparece una especie de arquetipo de tiempo perfecto: el día apenas iniciado, el cielo de un azul imposible como de anuncio publicitario, el suave sol reflejándose en el mar y el sujeto que contempla el paisaje sumido en una paz interior y en una gran alegría de estar vivo y de poder fundirse con el paisaje. Y sin embargo en verano también llueve y el paisaje que contemplamos está muy lejos del mar, pero da igual porque nuestra imagen del estío no es nada más que nuestras ansias de vislumbrar la felicidad, es decir, una metáfora.

Hay también otro aspecto que está muy ligado a esta estación y es el propósito de acometer todo aquello que durante el invierno no se ha tenido tiempo de realizar, en realidad es la ilusión de dar un giro a nuestra existencia. Sin embargo llega el verano y paulatinamente nos vamos sumiendo en la indolencia propia del sopor de los días estivales. Como tenemos más tiempo para reflexionar este hecho nos angustia porque somos conscientes de que el verano pasa y con él nuestra posibilidad de cambio.

Quizá es que como dijo Juan Ramón Jiménez "mi corazón todavía espera otro milagro del sol y de la primavera", no sólo mi corazón el de todos.

Ana Ozores, reformas integrales del hogar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay nada peor que el calor estival. Me quita las ganas de escribir y leer, mis mayores aficiones, y eso lo podría calificar de muy grave. Me paso las horas muertas con la ventana y la puerta abiertas y mirando el techo, esperando una ráfaga de aire fresco o al menos una brisa que baje mi temperatura corporal por unos segundos. Adoro el verano por las vacaciones, pero cuando me veo en este tipo de situaciones, me planteo seriamente si aprovecho la vida. Algo tan estúpido me ha llevado a plantearme si realmente trabajamos para vivir o vivmos para trabajar, pues a la que llevas dos días de vacaciones, que es cuando se supone que tienes tiempo para lo que quieres, ya estás pensando en el edredón mullido y calentito que usarás en invierno para resguardarte del frío. Y llega el frío y los abrigos, y como no, la ropa que engorda. Y vuelves a ansiar el verano.
Vive la vida sin tener en cuenta la estación que sea. El clima no cambia cómo eres. Y tú, Anita, eres igual de maravillosa en primavera, verano, otoño e invierno. Cuando pase a por el título de bachillerato me pasaré por la Sala de Profesorado y te daré un par de besos y un abrazo. ¡¡Sigue así!!

Siro

Anónimo dijo...

Hay algun motivo por el cual el blog esté configurado en árabe?.
Quizás tendrá algo que ver con lo de la integración?