lunes, 29 de diciembre de 2008

Al filo de lo imposible: un viaje en autocar a Italia

Eran las siete de la mañana de un más que fresco día dos de agosto, la familia Ozores se encontraba en la estación de autobuses de Terrassa esperando el autocar que los conduciría a Italia, todavía no había llegado ningún otro viajero.
Hacia las ocho de la mañana llegaron dos familias que también iban aItalia.
Estas dos familias estaban compuestas por dos matrimonios de unos cincuenta años. Por sus conversaciones se podía deducir que era esta la primera vez que iban a visitar un país extranjero y que eran personas poco habituadas a viajar, por lo que se mostraban excesivamente nerviosas e ilusionadas, bien es verdad que más las mujeres que los hombres, ya que éstos tenían aspecto de haber sido arrastrados a esta aventura y de añorar , ya, antes de haber salido, su sofá y "El mundo deportivo".

A las nueve de la mañana las personas descritas más la familia Ozores y dos matrimonios ancianos, que habían sido recogidos en Tarragona y que habían hecho exclamar a uno de los niños Ozores: "Mamá, esto parece un viaje del Inserso...",partieron rumbo a Sabadell, para recoger en un hotel de esta ciudad a los viajeros que procedían de fuera de Cataluña. Llovía de forma torrencial al llegar a la capital del Vallès, en unos cinco minutos subieron al autocar personas procedentes de Madrid, Algeciras, Granada , Almería y Sevilla. El niño Ozores se tranquilizó ya que entre los integrantes del viaje se encontraban dos adolescentes sevillanos, un bebé chileno y dos jóvenes mexicanas y su juventud nivelaba en algo la avanzada edad del resto del pasaje, pues más de la mitad de viajeros estaban ya disfrutando de la jubilación.

Ahora ya sólo quedaba recoger a los viajeros de Granollers y de Figueres para estar completo el autocar. En Granollers ya lucía el sol y eso hizo que todos nosotros empezáramos a mostrarnos más comunicativos y a darnos a conocer al resto del pasaje. En esta ciudad se integraron a este "Gran hermano" sobre cuatro ruedas un matrimonio catalán de avanzada edad y otro matrimonio andaluz afincado en Cataluña algo más joven que el primero. Por fin llegó la última parada ¡Figueres!, y como cabía esperar, subieron otras cuatro personas de más de cincuenta años, dos hombres y dos mujeres, que resultaron ser familia, las dos mujeres eran hermanas y los hombres eran los maridos de ambas, y el motivo del viaje era que se lo habían regalado los hijos para que conocieran mundo.

Por fin, ya estábamos dirigiéndonos a nuestro destino, aunque hasta la una del mediodía no haríamos una parada para comer en un cutre restaurante de carretera donde se nos serviría una ensalada y un gran plato de pasta, poco podíamos imaginar entonces que ese sería nuestro menú el resto del viaje, todas las comidas y todas las cenas.

A partir de ese momento el viaje tomó un ritmo trepidante, ya que cada día teníamos que conocer una media de dos ciudades con sus consiguientes monumentos, que consistía en llegar, ver, grabar y otra vez al vehículo , parecía que estábamos participando en algún concurso de rapidez y aguante tipo el descrito en la película "Danzad, danzad, malditos", ya que según el guía debíamos conocer en siete días toda Italia y ya tendríamos tiempo de descansar cuando acabaran las vacaciones, creo que se dejaba llevar por la media de edad de los viajeros. Hubo desmayos, caídas, riñas matrimoniales, divorcios posteriores al viaje... y una firme decisión por mi parte de no viajar en esas condiciones nunca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Había alguna necesidad...?

cosquillas dijo...

Una frase ,de esas que me gustan , viene aquí al caso. Te has quedado " COMO EL LAGARTO JAÉN"