domingo, 18 de enero de 2009

Personas y objetos

Al trabajar con un grupo de personas y compartir espacios comunes es imposible dejar de advertir todo lo que nos comunica la relación de una persona con sus objetos y en ocasiones con los objetos de los demás.

Si empezamos por los estantes en que cada profesor (en mi caso) guarda sus pertenencias podremos observar cómo mientras algunos están perfectamente ordenados y todo lo que hay en ellos está íntimamente relacionado con la actividad de la persona en cuestión, hay otros en que es posible encontrar de todo, últimamente predominan los de infusiones, mezclados muchas veces con objetos infantiles, fruto de requisas realizadas en alguna clase del primer Ciclo de la ESO y de su olvido posterior. A grandes rasgos estos son los dos casos extremos de personas que se pueden encontrar en un centro de enseñanza, y de entrada el orden de su estante no los hace mejores ni peores profesionales. Lo que sí aporta es una mirada serena a los primeros, ya que ante cualquier eventualiidad tienen localizada toda la información pertinente y el material para las clases está sólo para llegar y cogerlo y, una mirada de pasmo y nerviosismo a los segundos , ya que antes de realizar cualquier actividad tienen que localizar todos los objetos necesarios . Quizá cabría añadir que los segundos son personas con mayor capacidad de improvisación porque debido a su desorden se han encontrado muchas veces sin el apoyo de los materiales y los primeros pierden un papel y entran en crisis. Un objeto que marca la vida docente en los últimos quince años es la agenda, quizá por ello es el profesorado más joven el que realiza un mayor uso de ella, ya que han sido a su vez educados con agenda y esto marca. Últimamente se ha añadido a la agenda la MEMORIA ( llamada familiarmente pinganillo) y es muy habitual que cada trimestre finalice con la pérdida de varias memorias.

En segundo lugar, el profesorado podría dividirse en dos grandes grupos (obviamente muchos profesionales no entran en ninguno): profesores aquejados de uns suerte de síndrome de Diógenes, que son aquellos que se oponen siempre a que se tire nada y que en ocasiones acaban trayendo de sus casas objetos que creen pueden ser útiles al Centro y "profesores escoba", que son los que en un arranque de deseo de orden y espacio acaban tirando todo lo que ven sin importarles, cuando están como en trance, el perjuicio que puedan causar.

Bien, como tengo muchas cosas que hacer y no puedo seguir con esta relación de persona-objeto, me gustaría recibir aportaciones sobre este tema.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues... yo soy de los del primer grupo. En la ESO, cuando tenía libreta, era un completo desastre, pues no sólo mi letra es horrible, sino que me desanimaba al ver el horrible estado de mis trabajos. En cambio, cuando llegué a bachillerato, adopté el método "clasificador", y en cada plastiquillo metía un trabajo. Eso me permitía tener cada cosa en su sitio y no perder casi nada. Pero... a la mínima que perdía algo, pasaba lo que tú dices, que entraba en crisis nerviosa... ¡histeria, vamos! Ahora soy un poco más despreocupado, sin llegar a ser un cochino, pero un equilibrio entre el orden y lo práctico no viene nada mal.

Siro

Anónimo dijo...

En la ESO también yo era un desastre. Siempre perdía los apuntes o los ejercicios, pero me lo tomaba con mucho humor, pedía apuntes prestados e iba tirando. Pero en bachillerato no es igual: si tuviera que ir pidiendo los apuntes de cada asignatura moriría. Así que he optado por un clasificador! Aún así, a veces, pierdo hojas..

Anónimo dijo...

TERRIBLE!!! Soy del grupo desordenado, que sabe encontrar todo, en momentos de urgencia. Tengo más grupos en mente, ya os diré.....