jueves, 19 de agosto de 2010

MAR TURQUESA XV

Algo me decía que aquel hombre ocultaba algo, pese a que estaba habituado a maquillar la realidad. En todo momento dejó claro el señor Osborne que su relación con la difunta Marta era estrictamente profesional, es más añadió que casi no la recordaba. Fue el gesto contenido que hizo su mujer lo que me indicó que Michael Osborne conocía bastante más a Marta de lo que quería reconocer.
No sé en qué momento el sargento Flores abandonó la estancia en la que se estaba produciendo la entrevista. Únicamente me sorprendió su irrupción
en la conversación, cuando entrando por la puerta que da al jardín preguntó al matrimonio si les gustaba la Literatura catalana, ya que había encontrado en uno de los dormitorios del chalet un ejemplar de "Mirall trencat", de Mercè Rodoreda. Añadió después que él tenía creído que la lengua propia de Londres, ciudad natal de la pareja, era el Inglés. Por supuesto el señor Osborne le contestó que si no había tenido en cuenta que cierto grupo de seres humanos, al que quizá él no perteneciese, era capaz de hablar más lenguas que la suya propia , además de leer en otros idiomas. El sargento Flores añadió que sí que quizá sí, pero... y no acabó la frase.

La inspectora Roig estaba ciertamente molesta por la salida de tono del rudo sargento, aunque claro en cierto modo también a ella le sorptendía la lectura elegida por alguno de los miembros del distinguido matrimonio. Finalmente abandonaron la mansión con la certidumbre de que el señor Osborne conocía algo más a Marta de lo que había declarado, claro que quizá la presencia de su esposa lo cohibía. Tendrían que visitarlo a solas si querían saber de qué tipo había sido la relación entre Marta y Michael.

Abandonaron la mansión a mediodía y decidieron buscar algún lugar donde comer ya que el sargento Flores hacía media hora que venía diciendo que tenía hambre. Se adentraron en el centro del pueblo, aparcaron el coche y entraron en un restaurante de comida rápida, pese a la airadas protestas de la inspectora que hubiese deseado una comida algo más elaborada, pero la insistencia del sargento hizo que finalmente ella accediera a entrar en aquel Kentucky.

Al volver al coche sólo encontraron el triángulo amarillo de la grúa. Sólo de pensar en la expresión del comisario García cuando tuviera que firmar la multa, la inspectora se sobrecogía.

Cuando volvían andando hacia la pensión se dieron cuenta de que un individuo alto ,que ocultaba su rostro con una gorra visera y unas oscuras gafas de sol, los seguía. La pareja hizo como que no se daba cuenta del seguimiento y cuando el tipo estaba algo distraído aprovecharon la ocasión para arrinconarlo.

No hay comentarios: