viernes, 23 de julio de 2010

MAR TURQUESA XI

Al llegar al restaurante, una empleada les dijo que la cocina ya estaba cerrada, por lo que se dirigieron a una cadena de comida rápida. El lugar estaba casi vacío. Se sentaron en una mesa al lado de la ventana y Jaume fue a pedir la comida. Al volver encontró a la inspectora con cara de preocupación y cansancio a la vez. Estuvieron repasando el caso, hasta ahora no habían conseguido averiguar casi nada. Jaume le dijo a Inmaculada que tendría que volver a su casa pues por la mañana debía estar en su trabajo, pero que por la tarde se pondría en contacto con ella. Inma a su vez dijo que tendría que hablar con el comisario y pedirle más tiempo, pues había decidido no reunirse con su familia y renunciar a sus vacaciones. Salieron del restaurante y se despidieron Jaume volvió a Cerdanyola y la inspectora había decidido visitar a Javier Gelices y preguntarle por qué había mentido en lo referente a su relación con Marta.

De nuevo se hallaba a la puerta de la lujosa mansión Gelices, pero esta vez entraría por la entrada princicpal. Le abrió la misma doncella que las otras veces, le dijo que esperara un momento que iba a avisar al señor Gelices. Al poco apareció Javier Gelices con un atuendo de lo más veraniego y haciendo gala de sus dotes de hombre de mundo saludó a la inspectora con gran simpatía. Decidí ir al grano y preguntarle por qué me había dicho en nuestra primera entrevista que no conocía a Marta Broto. Javier Gelices contestó que no deseaba que el buen nombre de su familia se viera envuelto en un asunto tan desagradable y que ella debía entender que al mundo de los negocios no le favorecía una publicidad de ese tipo.

- Bien, señor Gelices, ¿cómo conoció a Marta Broto?
-Fue hace dos años cuando ella contestó a la oferta de traductora que "CaTERING GELICES" hizo en La Vanguardia. A la empresa le vino muy bien que Marta hiciera el trabajo de traducir la publicidad al Catalán porque no tenía que hacerle nigún tipo de contrato y además Marta era licenciada en Filología catalana. Así fue como empezó a colaborar con nosotros.
- ¿Por eso pasó unos días en esta localidad el año pasado?
- Sí, ese fue el motivo - contestó Javier con un deje de enojo.
- Verá, señor Gelices, se han investigado las cuentas de la joven y le aseguro que su patrimonio no responde al de una profesora aun realizando trabajos extras como el que hacía Marta en su empresa. ¿Qué me puede decir de eso?
- En realidad mi relación con Marta no era demasiado estrecha, lo único que le puedo decir es que esa joven era muy ambiciosa y no tenía demasiados escrúpulos que le impidieran ascender de la forma que fuera. A través de su trabajo de traductora entró en contacto con importantes empresarios cargados de dinero y de años y ella era una mujer muy bella. Sé que mantuvo alguns relaciones de tipo, digamos sentimental, y eso pudo haberle repercutido en el aumento de sus cuentas. En fin, no sé... Mi hermano pequeño, Marcel, anduvo también detrás de ella y sé que mantuvieron algún tipo de relación que acabó cuando Marta encontró a otro con mayor poder económico... No puedo decirle más.

La inspectora se despidió del señor Gelices y al salir se le ocurrió preguntar a la doncella por el pequeño de los hermanos. La chica contestó que estaba en la piscina con su mujer y su hijo pequeño, Inmaculada le dijo que viera si la podía atender porque si no tendría que dar otro viaje. Al cuarto de hora apareció Marcel, vestido con un atuendo de moda ibicenca y adornado con la sonrisa más encantadora que pudiera imaginarse. Saludó a Inmaculada con dos besos y la hizo sentir como si la hubiera echado de menos, la inspectora Roig se esforzó para no caer rendida al innegable encanto que tenía aquel hombre.

Cuando abandonaba la casa la inspectora Roig estaba ya anocheciendo, ya podía hacerse una imagen más fiel de la personalidad de la desaparecida Marta Broto. Lo que no acababa de entender era el ansia de acaparar dinero que tenía la joven. Decidió que tendría que visitar otra vez a la familia de la difunta.

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