lunes, 12 de mayo de 2008

Sin móvil no hay paraíso

Hasta el otro día nunca en mi vida había echado de menos el móvil, y no por ir de especial, sino porque nunca le había visto la utilidad. Más bien lo veía como un engorro que te hacía estar siempre disponible para cualquiera y en cualquier momento. Además también debo añadir que sentía vergüenza ajena cuando - sentada en cualquier medio de transporte colectivo- asistía como espectadora forzosa a una pelea de enamorados, a la revelación de alguna intimidad o simplemente a una conversación trivial entre dos locuaces adolescentes mediante el dichoso aparatito.

Pero mi consideración del asunto cambió el otro día, al llegar a la estación de RENFE y comprobar que, por el número de personas que había en el andén, el tren hacia Terrassa llevaba un retraso más que considerable. Como debía llegar a las cinco a mi destino ,y eran las cuatro y media, decidí ir a la cabina telefónica de la estación para avisar a mi familia de mi tardanza. Cuando encontré una cabina descubrí que de los tres aparatos que había no funcionaba ninguno, aunque sí se tragaban las monedas. Un tanto nerviosa decidí, eso sí perdiendo el importe del billete de tren que había pagado cuando entré por primera vez, buscar una fuera de la estación, la encontré pero tampoco funcionaba y como es lógico se tragó otra moneda.
Así que desolada y arruinada volvía a la estación y esperé estoicamente el tan anhelado tren.

No puedo entender cómo un servicio público que se ofrece a los ciudadanos en realidad no esté disponible para nadie o que si funciona alguna cabina lo hace de modo defectuoso a juzgar por las colas nocturnas, en su mayoría formadas por inmigrantes ,que se forman en torno a algunas de ellas. A lo mejor resulta más fácil llamar a Paquistán de madrugada que intentar conectar con Terrassa a las cinco de la tarde. No sé. Aunque quizá la explicación más sencilla sea que Telefónica desea que todos tengamos móvil y mientras tanto mantiene las cabinas en las ciudades a modo de decorado que permita mantener la ficción de que este servicio se da al ciudadano

D e todas formas, aunque sin móvil no hay paraíso, creo que voy a renunciar a él ya que nunca me gustó hablar por teléfono y los verdaderos diálogos se tienen que producir cara a cara, por aquello del lenguaje no verbal...Sé que probablemente vuelva a vivir un apuro semejante al del otro día, pero lo superaré, porque bien mirado el móvil y también el correo electrónico son en cierto modo una forma de estar siempre en activo y, como ya nos advirtieron los clásicos, la paz interior se consigue mediante el retiro del "mundanal ruido".

Ana Ozores

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las promesas de los Jefes de Gobierno no quedan más que en eso, en promesas, y le mejora del servicio público que no llega no sólo hace que los que no usamos móvil nos veamos en apuros en algunos momentos que pueden llegar a ser desesperantes, sino que además nos somete a la burla por no llevar el dichoso aparatito colgando del cuello...

Alguien más que no usa móvil,

Siro Taiyou

Héroe de leyenda dijo...

"Las cosas más triviales se vuelven fundamentales"

Mario Bendetti
"Todavía"